martes, 1 de abril de 2008

Cartas de amor


Qué terribles son las palabras de amor cuando tiempo después las rescatas y el amado/a ya no es aquel/la que arrebataba nuestros sentidos. Los te amo, vacíos como copas después de una fiesta, los te necesito: fruta oxidada.
Las cartas de amor deberían leerse y dejarlas volar, quemarlas, cenizas esparcidas en el viento, para que no pierdan su fuerza, para que sigan alumbrando el alma con su recuerdo. Aunque ya no amemos, aunque quizás ni recordemos el nombre que nos quemaba la boca.
Tristeza traída por los para siempre, eres lo más importante para mi....
Se tornan amarillos igual que el paso del tiempo en el papel que están escritos. Rancios.
Si acaso logramos visualizar aquel tiempo de alas de mariposa, quedamos atrapados en la convicción de su imposibilidad, del lenguaje traidor de poesías y cuentos que reluce como el sol en el pasado, oscuro como la noche en el presente, totalmente inservible en el futuro.
Quien se atreve hoy a decir te querré para siempre, somos especiales, no puedo vivir sin ti?
Yo no.
No después del naufragio de una adolescencia poblada de estas frases que eran vividas con tal intensidad que todavía producen espasmos en mi estómago y que se transformaron con el tiempo en una pérdida de interés que nos convirtió en invisibles, en sustituibles, en paralelas que ya no se encuentran...
El mito de la media naranja que se convirtió en dos limones. Ácidos, amarillos como la rutina. Cuando acercamos la boca a ellos producen una mueca sin bienvenida.
Mi amor tiene tiempo ahora, tiene límites, inseguridades, colofones y comienzos. No sé cual es su fecha de caducidad, tampoco me produce desasosiego, pero echo en falta el sentimiento de inmensidad, de confianza plena, que la inocencia produce. El ser imprudente, inconsciente, inexperta, incauta....
La sabiduría no siempre produce felicidad ¿no?

10 comentarios:

Meiga en Alaska dijo...

Miles de besos de comienzo de deshielo, mari..

Te quiero

Magnolio dijo...

Tus "Cartas de amor" primero son terribles y luego las añoras. ¿Qué tal una reconciliación?

Con ellas aprendiste lo que ahora echas de menos, lo que quieres rescatar de entonces y lo que no.

Tal vez por eso, yo jamás quemaré las mias, ni olvidaré los nombres, es más, creo que me persiguen y yo encantada, eh? . Ummm, pensando, pensando, creo que fueron mi primera fuente... al amor y a la sabiduría.

Ah! y me siguen sabiendo a ¿mandarina?.

Besos Ana P.

ana p. dijo...

Me alegra el deshielo corazón, que todo se llene de primavera. Te quiero.
No añoro las cartas de amor magnolio, lo que añoro es la inocencia con la que las leía, la no necesidad de escudos. Es a mí misma a la que añoro. Me alegra que tus cartas sigan sabiendo a mandarina y que te hayan dado amor y sabiduría. A mi me dieron muchas cosas en su momento y cogieron un sabor ácido con el tiempo, pero no reniego de los días luminosos, sólo sé que no tienen vuelta. Un beso y gracias por tu comentario

ana p. dijo...

Me alegra el deshielo corazón, que todo se llene de primavera. Te quiero.
No añoro las cartas de amor magnolio, lo que añoro es la inocencia con la que las leía, la no necesidad de escudos. Es a mí misma a la que añoro. Me alegra que tus cartas sigan sabiendo a mandarina y que te hayan dado amor y sabiduría. A mi me dieron muchas cosas en su momento y cogieron un sabor ácido con el tiempo, pero no reniego de los días luminosos, sólo sé que no tienen vuelta. Un beso y gracias por tu comentario

Anónimo dijo...

Me gustaría ser poeta y expresar sentimientos agazapados en metáforas, pero soy más prosaica, no me sale el verso. Claro que cenamos el viernes, esta echo.
un beso

Magnolio dijo...

"...Guardé el infinito en la palma de la mano..." (William Blake).

En esta noche de insomnio he repasado tu blog. Veo que te gusta la Belli. Estuve en un encuentro literario con ella, el mes pasado, donde presentaba su nuevo libro y te trancribo alguna de las cosas (pocas, era mucho mejor mirarla, escucharla) que copié a vuelapluma. Creo vienen a cuento de esta charla bloggera:

"La salida del paraíso simboliza el paso de lo ideal a lo real,
¿Saber y sufir son inseparables?: el conocimiento te hace feliz y lo contrario, te da esa sensacion de maravilla por el amor, la palabra, el arte, etc. etc., pero también sabemos que todo ello es efímero. Todo en la vida es contradictorio: dolor - gozo y viceversa"

Y hablado de frutas, imagino lo habrás leído en su libro: de manzanas, nada de nada.

Besos donostiarras.

Nuria dijo...

Lo que ahora deseas volver a sentir un día aparecerà. Me daba rabia que me dijeran que el amor aparecería cuando menos lo esperara. En cierto modo es así, pero lo mejor de pillarte desprevenida es que los sentimientos y sensaciones son novedosas e intensas.
Un abrazo Ana

Isabel Barceló Chico dijo...

Un texto realmente precioso. El no poner límites a las cosas o a los afectos forma parte, creo yo, de nuestro deseo de perdurar a través del tiempo. Sin embargo, la vida es finita. A nuestro alrededor todo cambia, se transforma, crece. ¿Por qué habrían de ser nuestros sentimientos invariables y más duraderos que todo aquello que nos rodea y acaba? Ay, pero no nos conformamos porque deseamos poder pronunciar la palabra "siempre" como si realmente existiera o fuera posible. Un anhelo que en mi opinión has reflejado muy bien. Saludos cordiales.

ana p. dijo...

Gracias Magnolio por tus palabras. Si me encanta la Belli, y su último libro me ha fascinado por su escritura preciosista y cercana. Por supuesto no podían ser sino higos

ana p. dijo...

Isabel, estoy de acuerdo totalmente con lo que dices. Nada es para siempre en este mundo cambiante. Gracias por tu comentario. Un beso