miércoles, 14 de octubre de 2009

Rastros



Dejas rastros
aunque no quieras,
pese a confinarte en el presente
y mirar el mar exclusivamente.
Dejas rastros
como líquidos irisados
que limpios siempre detectas.
La piel que cambias en tu cama
se cae,
nace una nueva.

No me regales un tiempo vacío,
no lo quiero,
no pidas que mis palabras se apaguen,
no lo necesitas.
Si un traje de sueños vestí en primavera
ahora son abrigos y hojarascas
las que rasgo sin tus lentejuelas.

La forma de librarte de mis castillos,
aspirados en amapolas muertas,
es abrir la espita,
dejar que el agua mane,
reconociendo los regatos
de los que creció ,
la que fue,
nuestra huerta.
Tu deuda no se salda con canciones
e imágenes bellas
que llenan un espacio
de espíritus
al que entro sin ser descubierta.
Me debes mi nombre,
mi apellido,
mi silueta,
antes que me trague la niebla;
para no repetir,
para no arrepentirse,
para no escapar
dejando que los escondites
sigan siendo de fiesta.

Me pregunto si en tu mundo
las arenas serán rojas,
negra la luna llena,
yerma la verde yedra,
y la masa que amasas .......
violeta.

Reconozco tus dones
como tu luz
y... tu senda,
solamente no entiendo
qué es lo que fue
de tu lengua.

Quizás la escalera
que ante mi se desmelena
la recorro yo
sola,
y en cada peldaño
vaya soltando la pena
de tu mudez repentina,
de tu invisibilidad extrema,
y deje de necesitar
de tu mirada una seña
de que te acuerdas de mi rastro,
de que caminamos sobre estrellas
sintiendo que en realidad
poblamos ya otros planetas.