martes, 29 de enero de 2008

Ira


Cabalgo sobre tu lomo


con la melena latigando el aire.


Tomada por la fuerza invisible


que marca la agitación del movimiento.


Inconsciente de la posesión de mi cuerpo,


farfullo que soy yo la rienda,


la senda, la que manda.


Cuando arrebatada, me veo desde afuera,


cuento los fuegos que me incendian


y la incapacidad de apagarlos con mi agua.


Tras el camino andado, me siento a respirar,


anoto en mi cuaderno las paradas del viaje,


y no son metas: tan sólo instantes en los que detengo


el caminar insolente de la furia que,


por momentos, se adueña de mi mente.


Sin espacio, sin lugar, sin reconocimiento,


mi enfado se esconde en los pliegues


del segundero del reloj que hace andar el calendario.


Juega a las escondidas en mi interior,


permitiendo que saboree la calma, ilusión de partida,


del que observa el juego esperando a que lo encuentren.


Sin prisas calcula mis movimientos, prevé mis vacilaciones,


estudia el tiempo preciso y se hace visible.


Esta lucha interminable acaba por agotarme.


Ahora espero su próxima abatida,


para cercarle en un abrazo y haceme su amiga.


Sé que ta sólo así podré liberarme.


jueves, 24 de enero de 2008

Equilibrio


Siento la fuerza balanceante que me coloca en el centro de dos extremos. Mi vientre, tensado, sostiene mi cuerpo. Mi mente, en blanco, sujeta pensamientos. Es la calma lo que busco, o el pasar de los atropellados dias, la emociones intensas, las ideas ralladas como surcos en vinilo?

La voz del viento susurra imágenes que guardo sin revisar. No me pregunto de dónde nace la serpiente que me corre por dentro. Cabeza enroscada con cola, circulos irisados a la luz de mis pupilas.

El restaurador de espejos pule la superficie brillante de mi último retazo, quizás quisiera provocar un nuevo desequilibrio que hiciese más pequeño este único pedazo. En él casi me veo ya entera con mis musgos y mis líquenes.

Echo de menos el espacio intermedio entre palabras, sensación de estación entre viajes, minuto para quitarse el polvo del camino que otra vez se pegará a mis ropas en el próximo movimiento de mi pie. Un transitar entre el estar y el ir, el marcharse y el quedarse, luz y sombra que se necesitan en opuesta definición. ¿No es acaso eso la vida: Un mar de posibilidades de las elegimos tan sólo una cara, quedando la otra cual lado oscuro de la luna? No la vemos, pero ahí está. Es el foco de nuestra atención el que ilumina la presencia y oscurece la ausencia, sin embargo todo es y nosotros somos todo.

Sin un observador que dé sentido a la realidad, carece de significado el que la luz que ilumina esta estancia esté o no encendida. Sin un lector las palabras quedan suspendidas como telas de araña en salón abandonado. Sin mirada no hay realidad, sin vida no hay experiencia. Sin error no hay acierto. Aprendemos en movimiento, a veces en escalada que nos corta el aliento y las rodillas, otras a pulmón abierto con sol en la cara y disfrutando de cada uno de los pasos.

Como los funambulistas adelantamos un pie mientras nuestros brazos se mueven para evitar el vacio, o nos paramos para que el vaivén no nos tire de la cuerda, o pasamos rapidamente al otro lado. No entiendo de recetas que acorten los procesos, que provoquen situaciones ideales en las que sentirnos en casa.

Cada cosa a su tiempo, decía mi abuelita. Cuan sabia me parece ahora, que ya no está conmigo y cómo entiendo todo aquello que me parecía una letanía sin sentido. Gracias abuela por todo lo que me has enseñado, todo lo que plantaste y ahora nace como pértiga a la que asirse cuando ando en equilibrios.


martes, 22 de enero de 2008

Sin preguntas


Bajo tu piel quiero estar,


bajo tu manto.


Por tus venas desplazarme,


y en tu corazón escuchar


el suave ronroneo de tu canto.




Si diminuta me vuelvo


tu pensamiento viajero


escucharé sin rubor.


Acompaña mi sueño


que, sin sonajeros,


no despertaremos


al alba


amor.




Desde mi boca te tejo


ajuar cristalino,


geografía y prospección


levantando montes,


inundando valles


que riegan flores.


Transida de soles


cuento las lunas


que anuncian


la tierna tersura.




jueves, 17 de enero de 2008

Invisibilidad


El cristal de mi lamento en mil pedazos se quiebra,

cuando los ojos que busco con los mios conectan.

Si paso por tu lado como roce de azucena

y ni mi aroma captas por el despiste de tu senda,

mi materia se deshace en ríos de agua sin tregua.

En agua me vierto y me contengo. En agua digo;

y su transparencia...

me encuentra camuflada en la selva,

agitando mis manos, desentumenciendo mis piernas,

salto, muevo, grito sin que os llegue mi presencia.

Cuando cansada rindo mis estandartes sin guerra,

algo muy viejo, pasado, delante de mi se presenta.

Y me siento niña, que ratón pareciera

buscando el refugio que de las aguilas aleja,

sin que nadie se de cuenta de mi transitar invisible,

de la hondura de mi pena.

Es ella la que surge como rio, como fiera

cuando al pasar por vuestro lado

de mi no notáis ni la queja,
que se instala en mi rostro, en mis cejas
mientras por dentro me pregunto
por qué no me véis si estoy cerca.

martes, 8 de enero de 2008

Olvido


De no usar tu nombre, he olvidado sus letras. Busco en mi memoria la cadena invisible que unía tu nombre y el mío. La conjunción que conjugaba el tiempo compartido.

Enferma y sin recuerdos paseo mi confusión por las veredas que no conducen a ninguna parte. Norte-Sur-Este-Oeste, coordenadas que agita mi brújula imaginaria que ya no consigue encontrar el punto siempre presente. Deambulo entre luz y oscuridad, sol y luna, mar y montaña.

En los días claros me reconozco en el espejo y diría que mi boca toma la forma de la inicial con la que decía tu nombre. No paso de ahí. Ni siquiera resucitando a los muertos primaverales consigo recordar cómo era el sonido, a qué se parecía, con qué rimaba.

Un sentimiento de angustia se apodera de mi garganta cuando pienso que puedo olvidar incluso las letras del mío, vagar por el mundo sin saber quién soy. De puro desconocida me convierto en una cámara que recoge los más sutiles movimientos de aquello que me rodea, recolectando las experiencias que genéticamente acumulo, en un vano intento por recuperar una memoria genérica que me devuelva mi condición de ser humano, que me una a esta cualidad en la que el pensar y el sentir son expresados en el verbo. Pero perdido el verbo ¿perderé también mi razón, mi emoción? Rescatar el verbo de la sima en la que el no-ser es dueño, para decir, para expresar, para comunicar, para definir, para pedir, para regalar, para conocer, para descubir, para demostrar, para experimentar, para reaccionar, para hablar y charlar, para gustar y aborrecer, para crear....

Como recién nacida balbuceo apenas sílabas, retazos de palabras que colecciono como amatistas. Antepongo mi oído para que como estandarte vaya por delante en esta cruzada. Envío también mi corazón que con su latido marque el ritmo de los días que anuncian los prodigios de la aventura. Sin planes, sin dirección mis pulmones se renuevan con el aire de los días en los que no me acuerdo de tu nombre.

jueves, 3 de enero de 2008

Entre limoneros






El sol que nos calienta


alimenta limoneros


enraizados en tu pelo,


que tapizan mi vientre


floreciendo aromas.


Al son del crepitar,


madera viva,


tensamos las cuerdas


que acompasan nuestro ritmo.


Sin fronteras nos buscamos,


sin preguntas,


sin nostalgias.


Entre piedras que protegen


y puertas de dos jamblas.


Los sonidos del mar


escucho en tu oído,


mientras mi arena


se vierte en estallidos.


Es la sal y el limón


de mi tequila


la que encuentro


al filo de tu risa,


es la aurora la que asoma


cuando de tu interior


me siento abrigo.


Al año viejo le han nacido


alas que le rescaten del olvido.