martes, 28 de julio de 2009


hay un abismo en mi vientre


una raiz aerea
que no encuentra
grietas.


Soledad
que te incorporas
a abrir mis ojos
en la mañana.

Decepcion
que mojo en el cafe,
... mis sabanas
revueltas.

Modelo y copia
emprendieron
distinto viaje
aunados
en un adios silencioso.

El mar lame mis pies
piadoso de un dolor
sin medida.
Mientras
las musica enmudecen,
los laudes no se tañen,
las campanas mienten,
y nuevamente
me rodeo de piedra.

lunes, 20 de julio de 2009

Papa

En mi baúl no hay imagenes de tu mano en mi mano, de tu caminar y mi caminar juntos, de juegos de escondite hechos con guiños y sonrisas. En mi baúl apareces tocando el piano y yo sentada escucho las notas impregnar el aire, el pedal suspende su sonido creando magia. Tus manos vuelan de arriba a abajo por un cielo blanco y negro hecho de marfil. Y pienso, y siento y salgo precipitada hasta el cielo en donde jugamos con nubes y soles.
Que grande te hacias en el piano, que cercano, tan tú sin disfraces ni escondrijos. Mi corazon de niña se llenaba de orgullo paterno, en silencio, sin decirselo a nadie te adoraba.
Ahora que soles y lunas han danzado los años y las tormentas, vuelvo a estar a tu lado, vuelve mi corazon a sentir el cariño negado por desencuentros y mentiras. Ahora que he vuelto al lugar del que parti, ..... llego y.... tienes lista la maleta.... Espero que tu viaje sea suave como las orillas de la playa, luminoso como el verano (tu estacion favorita), con la compañia de todos los que te quieren y te esperan deseosos de que lleves noticias y melodias.
Pero papa, acuerdate de mi, vuelve tu mirada de vez en cuando y agarrame la mano cuando tenga miedo, porque se que te voy a necesitar a mi lado, protector e invisible como la música que me envolvía cuando de pequeña soñaba hadas, vuelos y trinos.

martes, 7 de julio de 2009

TRIANGULO


Descolgó el teléfono con la esperanza de sentirse entendida. Pero lo que se encontró al otro lado del hilo fue el yo-mi-me-conmigo de los últimos años de relación con Paco.
Paco era Fran, así lo habían conocido siempre familiares y amigos. Cambió de nombre al enamorarse.
A simple vista puede parecer que el cambio no deja de ser algo simple, unos fonemas por otros... que más dará... Pero lo que le ocurría a Fran, ahora Paco, era una transformación total.
No solo se transformaba el mismo, sino absolutamente todo lo que le rodeaba. Vivía con tal intensidad el amor, que recordaba a esas personas que aprietan los dientes de emoción al acariciar un cachorrito o un bebe y que más pareciera que lo que quieren es estrangularlo o comérselo.
Su relación con Paco-Fran había evolucionado y enriquecido en el paso del tiempo, esta vez, además, el cambio del susodicho lo había provocado Amalia, una de las mejores amigas de Marta. La alegría de que estas dos personas estuvieran juntas ocupo los primeros meses de la relación. Pensaba que estaban hechas la una para la otra y, pese a los conflictos de reajuste de toda pareja, el futuro se aparecía esperanzador como una mañana de verano.

La primera vez que se vio salpicada en medio de una de sus crisis, pensó que no era justo y advirtió que algo había en Paco que le hacia sentirse inseguro o atacado por ella, lo preguntó pero obtuvo un no-se por respuesta, no fue un NO rotundo, este nose permanecería de telón de fondo de su amistad desde entonces como una forma de negación, de sospecha, de duda de la valía personal.
De ser amigos del alma, Marta comenzó a tener que andar con pies de plomo, a medir cada una de sus palabras.
-Trátanos por separado y no como una unidad- le pidió Amalia.
Un aprendizaje para Marta que pasó de la espontaneidad y la confianza, al “cuidado donde pongo el pie porque hay bombas por todas partes”.
Pero el tiempo fue marchando, se refundaron los cimientos de una relación cambiada y poco a poco Marta volvió a sentirse cómoda.
En este periodo se relacionó fundamentalmente con Amalia. Paco andaba de la Ceca para la Meca trabajando de aquí a allá. No había contacto directo entre ellos, la mayor parte de los mensajes que Marta le envió quedaron sin contestar. Quizás porque no era lo suficientemente importantes, o no servían para nada... Marta recordaba lo que una vez le dijo una buena amiga: lo que siempre esta ahí acaba por carecer de valor, es gratis, no necesita esfuerzo y por lo tanto uno no se preocupa en cuidarlo hasta que desaparece.
Comenzó a percatarse de que ella era opcional, accesoria y prescindible, funcionaba como puente entre ambos. A su persona arrogante, orgullosa y ciertamente inestable cuando le tocaban los cariños, no le gustó demasiado este descubrimiento. Funcionaba como una especie de válvula de escape entre ellos, parecía que cuando peor estaban, necesitaban un tercero sobre el que descargar su frustración. Marta era el mejor vértice del triangulo que podían tener: el cariño por ambos les perdonaba cualquier desprecio, vuelta de tuerca, sospecha, injusticia.... Les cuidaba mas a ellos de lo que se cuidaba a si misma, pensando que su amistad estaba muy por encima de los estragos del tiempo y de los malos-entendidos. Los limites en aquella amistad eran siempre puestos por ellos, Marta mas parecía una mendiga que una adulta en una relación equilibrada.
La situación no fue a mejor, las broncas entre la pareja eran cada vez mas frecuentes, Amalia la llamaba por teléfono cuando su ansiedad aumentaba ante los desencuentros con Paco. Acababan sacándole hierro o buscando una visión distinta del conflicto en cuestión, que normalmente se derivaba de mirarse demasiado el ombligo. La intención de Marta era tranquilizar y pacificar a Amalia, el acercamiento a Paco, el poder ponerse en sus sandalias. Había en ella un interés por mantenerles juntos que realmente no le correspondía. Se daba cuenta de que se movía en terreno resbaladizo pero la angustia de su amiga le pareció más importante que su propia seguridad.
Aunque sus conflictos tenían la consistencia de una pompa de jabón, sabia que las cosas no son mejores ni peores sino que dependen del valor y la mirada que le asignemos.
Y así, semanas, meses. Marta aprendió a quitarse del medio, a rebajar su orgullo, a que no le doliese sentirse un instrumento entre estas personas.
Hasta que llego el día... Ocurrió en unos minutos. Estaba sentada, tomando café con Amalia mientras Paco, escondido, escuchaba su conversación desde la ventana.
Amalia describía como se sentía, lo que ocurría, lo que quería, Marta comentaba sus impresiones, lo que a ella le pasaba en su propia vida, lo que había aprendido, una charla entre amigas sin filtros, con libertad porque se sabe que la otra es amiga, parte del alma de una, la persona que no te traiciona, la que te quiere y quiere lo mejor para ti, aquella en la que confías
Marta fue perdiendo el color, tonalidad tras tonalidad en una gradación que la llevo a hacerse una con el paisaje. A trabes de su estomago podía verse el muro que sostenía los mirtos, el grifo del agua, el color tostado de la pared, el viejo carballo del campo de atrás, ...
Amalia ni se percató de su desaparición, siguió hablando y hablando hasta que Paco la tomo de la mano y se fueron.
Nunca mas se supo de Marta, solo cuando la brisa se arremolina en las esquinas se escucha un suspiro que recuerda a la voz de Marta, dicen que en los días de temporal el suspiro se transforma en un porque? que recorre el mundo de cabo a rabo.