Sueño contigo, mujer que no conozco. Te apareces vestida de
blanco, con tu pelo liso cayendo en cascada sobre tus hombros. Sonries con la
fragilidad con que las orquídeas visten sin ostento sus colores. Me enseñas tu
vida, tus sentimientos, tus miedos y tus anhelos y no puedo más que aliarme
contigo, que sentirme tú.
Me encuentro perpleja en este mundo de aire en el que te
siento cercana y amiga, detrás de nosotras, de negro él nos vigila. Quizás
temeroso del encuentro, de las palabras que no podríamos decirnos, de nuestros
ojos reconociéndose encarnadas, lejos ya de papeles y pantallas.
Te preguntarás acerca de mi existencia? De mi carácter, de
mis motivos, de mis pasos por los suelos que tu pisas?
Riegas las flores que un día mis manos plantaron. Recorres
cementerios de mis queridos acompañantes que seguirán produciendo girasoles en
días de verano. Imagino un encuentro silencioso, lleno de espacios y respeto.
Algo que dibujar de un solo trazo, como el sonido de un violín, como una curva.
En la abstracción de las formas te descubro cómplice, en los altibajos que
ahora emprendes, compañera.
Puede que nunca te encuentre, puede que ni siquiera sepas mi
nombre. Pueden tantas cosas que no encuentro signos que interroguen al vacío
que llenas en mis sueños. No entiendo tu presencia, no comprendo porque es a ti
a quien busco entre las sábanas, con quien quiero estar volando entre las nubes.
Te envío mi cariño, mujer desconocida, mi mano sosteniendo
tu nostalgia. Riega mis flores, anda mis caminos, respira mis estancias. Como
fantasmas nos juntamos en la noche y como amigas desoyemos los silencios
inventando universos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario