jueves, 21 de junio de 2012

Tengo un muestrario de personalidades amigas. Dispares entre sí, tanto que a ratos parecen entrar en contradicción. Los tengo culturetas, de los que se pirran por una buena cita mientras menean su perfecta copa de vino agarrándola de manera que no se caliente demasiado.
Camioneros de los que les tiran más dos tetas que todos los cilindros de sus coches, sensibleros que lloran con las anécdotas de sus animales. Despistados que no se acuerdan ni de tu nombre si no estás constantemente llamándoles por teléfono. Cariñosos de brazos acogedores que son la mejor chaqueta para los días de niebla. Graciosos hasta las lágrimas. Secos como la mojama o llanos como Castilla. Rebuscadas conchas de caracol que nunca salen o entran indistintamente, cínicos hasta la acidez, brutos como mulas, Filosóficos profundos como un agujero antimateria, ligeros colibrís que van de flor en flor.
 Los hay que nunca hablan, los hay que charlotean sin parada, los hay que no hablan de lo privado y los que no tienen privado porque todo es público. Los que se pirran por la montaña, los que se tuestan en la playa, los que odian la naturaleza y no les sacas del asfalto. Los amantes del cine o el teatro, los que sólo ven porno, los que no leen ni en el baño, los ratoncillos de biblioteca. Los que rezan con esperanza, los que la perdieron, los que nunca la tuvieron, los que no la necesitan. Los que encienden incienso y se conectan, los que desconectan y encienden otras hierbas olorosas. Los encantados de conocerse, los que no se soportan, los que nunca se conocieron. Los que no cogen el teléfono, los que no lo sueltan ni en el baño. Los que aman lo que hacen, los que saben qué hacer, los adictos al trabajo, los adictos al dolce far niente. Los que ven la vida en la pantalla, los que no tienen ni televisor, los que comen vegetales, los que el verde les suena a envidia. Los presentes siempre, los ausentes siempre, los que vienen y se van. Los que visten a la moda, los que pasan de adornarse.
Todos ellos como poliedros de mi vida, enriquecen mi mirada, mi ser, mi estar. A todos ellos reconozco su parte en mi realidad, a todos ellos necesito aunque sea ratitos pequeños arrebatados al transcurrir de las mil y una obligaciones en las que malgastamos el tiempo. A todos ellos quiero y de todos ellos reivindico mi lugar en mi pequeño pedacito de su realidad

3 comentarios:

Tempus fugit dijo...

Me gustó cómo describiste el variopinto grupo de amigos... A mí me pasa algo parecido.


besos

Petri dijo...

jaja algunos los tenemos comunes.
Me gusta esta entrada tan optimista.
un besazo.

raindrop dijo...

Inevitablemente, me siento mucho más próximo a unos que a otros. No todas las personas de mi círculo me alimentan ni soy capaz de alimentarlas de la misma manera ni con la misma intensidad.
Pero esto que digo es de una obviedad palmaria :)