lunes, 25 de enero de 2010

mal día


Hoy tengo un mal día, uno de esos días en los que estás hipersensible y vas tragando una a una las píldoras amargas que te encuentras, quizás esperando un bálsamo que te suavice los nervios o la garganta. Es uno de esos días en los que las opiniones de los demás te entran más allá de la dermis, en los que te quitaste la armadura y la dejas al aire para que pierda el moho. Charlo conmigo misma sobre la intrascendecia de las palabras, lo tonto de mis entreceños, la inutilidad de pasar un segundo más con esa sensación en el vientre. Y quiero salir, a que me dé el aire, a que me dé el sol, a que me dé la gana, a que me den... tan sólo un poco, un poquito. Quizás un abrazo, quizás una sonrisa, quizás un hola qué tal. Rodeada de gente y, sin embargo, sintiéndome sola.
Nunca me sentí en pedestal, nunca siento cátedra al hablar, mi única postura defendible es que no sé, que aprendo, que no dejo de aprender, de buscar, de ir. Para comenzar una y otra vez. Hablo desde mi, no desde una enciclopedia. Odio el envaramiento catedrático de aquéllos con los que comparto oficio y que enarbolan la bandera de la sabiduría como si de su posesión más íntima se tratase. En fin... Yo sólo sé como me llamo y que algún día dejaré de llamarme.

3 comentarios:

Petri dijo...

Animo mujer. Esto es el frio y la puta lluvia. Yo ando cabreada todo el día... un rayo de sol por favor..!!!!
Un beso

Tempus fugit dijo...

Pues demuestras saber bastante más que eso... La sabiduría no se viste siempre de gala.


besos

Emily Thone dijo...

Tienes mucha razón en tu texto.
Y créeme que ,al fin y al cabo, lo único que sabemos todos a ciencia cierta es como nos llamamos y que algún día dejaremos de hacerlo.

Un saludo; te seguiré de cerca, me gusta tu blog.