lunes, 2 de marzo de 2009


Tengo un ramo de flores violetas que se secaron sin perder su color. El aroma que antaño las envolvía fue perdiendo intensidad a fuerza de enmascararlo con perfumes y esencias. Por un tiempo olvidé su existencia, olvidé su localización, su forma, su significado. Quise arrancarlas de la maceta que oculta sus raices bajo capas de epidermis.

Un jardinero me insto a volver a regarlas con aguas de otras lluvias, de otros paisajes, de otra cultura. Probé a nombrarlas en chino, en francés, en eslovaco, japonés, ruso o árabe. Pero no econtré palabras que se les asemejasen.

Decidí entonces no llamarlas, no nombrarlas, hacerlas invisibles y... olvidar que un día planté flores con la esperanza de que la primavera se instalase bajo mi hombro.

Un vestido de tactos me regalaste mientras tus ojos brillaron con promesas silenciosas. Descubres mi orografía y te instalas en el fondo de mi vientre, donde tu cabeza se recoge levantando árboles en mis valles. Poco a poco asciendes por mis cumbres, llegando a los abismos y, sin miedo, te lanzas en caída libre hasta que las ramas secas de mis flores enganchan tu cabello. Y así las viste, y así tus caricias y cuidados vencieron los inviernos que uno tras otro coloqué en racimo sobre ellas. Derretiste las nieves. Soles y lunas recibieron nuestros despertares, al unísono que las hojas de mis flores se abrieron a las yemas de tus dedos. Y, entonces, la primavera dejó de ser una espera.

2 comentarios:

Petri dijo...

Veo que vuelve la ilsusión después de unos dias negros.
Tengo ganas de verte y charlar un rato... de chicas
un beso

ana p. dijo...

No. No ha habido días negros. El anterior post es una reflexión de cómo me gustaría estar en pareja. Yo también tengo ganas de verte. Besotes