jueves, 24 de abril de 2008

En el umbral


Tus palabras, como erizos, se quedaron en mi garganta.
- Duermo contigo porque ésta es la habitación más caliente de la casa -
Escrutaba tu mirada por si algún gesto delataba una mentira, una duda, el resquicio de una venganza no sentida, pero no. No había más que la frialdad de la distancia creada por el tiempo, una distancia de la que no me había percatado, o quizás no quise hacerlo.
Palabras rojas salieron por mi boca, roja la mirada, rojas las lágrimas, rojos los ademanes de mis manos, desatando sábanas, arrastrando muebles...
Me instalé en el cuarto de al lado. El que había sido mi despacho. Con mis libros, mi mesa, mi ordenador. Todos estos objetos, tan conocidos, se presentaban ahora como una nueva escenografía de un drama del que no sabía el final. Allí mi orgullo se acrecentaba al tiempo que la angustia me movía en oleadas de desesperación.
No sé cuántas noches, días, horas pasaron cuando me decidí a abrir la puerta de salida de mi casa, dispuesta a emprender una nueva vida, a buscar una nueva definición de mi misma que no contuviera tu nombre.
Volví. Al cabo de unas semanas volví. Podría dar mil explicaciones que hablasen de cómo me sentía, de mi imposibilidad de respirar, del pánico que me producían las ventanas abiertas por las que me asomaba haciéndome mar. Pero no viene al caso, pasado el tiempo del fracaso estrenando alas, volví con mis maletas llenas de ropa sucia, vencida por mi incapacidad de reconocerme.
Me recibiste sin alegría, con una extraña quietud. No te molestaba que yo estuviera ahí, pero tampoco notabas mi presencia al igual que no echamos de menos aquello que no nos hemos dado cuenta que nos falta.
Te regalé un corazón de cristal aquella misma noche.
-Toma -te dije- te lo presto mientras no encuentras el tuyo-
Y me fui a la cama a rumiar mis deseos, mis necesidades, tu falta en las orillas de mis caderas. La noche fue interminable. Me levantaba y llegaba hasta la puerta de tu dormitorio, escuchando por si te oía llamarme. Regresaba al mío para seguir peleándome con la cama, incorporándome precipitadamente cuando tu voz tosía en el cuarto de al lado.
El corazón latía rápido, si mi pensamiento me traicionaba, imaginando cómo te ibas a meter en mi cama, cómo me dirías que me quedase, que todo era mentira. Que me alejabas de tu vida para que fuese más felíz cuando lo que deseabas era que me quedase a amarte.
Por supuesto nada de esto ocurrió. No sé qué es lo que hiciste tú aquella noche, no sé qué pensaste, si pensaste algo o si fue como una noche cualquiera, en la, ahora, habitación más fría de la casa. En el umbral de lo que iba a ser mi vida sin ti, mi nuevo comienzo, mi regreso de los infiernos.
Observo aquellos días con lejanía, como cuando no recordamos exactamente el guión de una película que vimos en el pasado. Me pregunto a mí misma cómo fue posible mi entereza, mi aceptación, cómo en el medio de la locura pude conservar la esperanza de recobrarme.
Me da mucha pena no poder pasear contigo de la mano por la playa, no poder contarte lo bien que estoy detrás de un humeante café, no despedirme de ti y desearte que la vida te dé lo que le demandes, no mantener el cariño de los viejos amigos. Porque nadie te conoce como yo, y nadie me conoce como tú.
Reconozco tu no-necesidad, reconozco mi utopía...
Traspasado el umbral de mi nueva vida, ya no necesito tu calor, ya no me acuerdo de la colocación de los lunares de tu cuerpo y no eres tú el que provoca mis suspiros. Este recuerdo pertenece a otro autor, a otro blog, que ha suscitado la emanencia de mi memoria, a él le agradezco el haberme hecho recordar, porque esto que cuento ya no duele. Sólo es historia

13 comentarios:

Pedro M. Martínez dijo...

Leerte me ha llenado de sensaciones diferentes.
Primero he pensado que es literatura, tu post para hoy.
Seg�n te iba leyendo he avanzado por otras interpretaciones (como lector tengo derecho a interpretarlo como quiera). Pero no. La persona arrinconaba a la escritora.
Y me he emocionado.
Esto tiene este derroche de sentimientos, llegan, atrapan, nos ahogan, hacen que nos reconozcamos en otros, que encontremos a ese Otro que somos todos (t� lo dec�as ayer muy bien).
Me he quedado sin palabras, tu escrito es arrasador.
Te agradezco profundamente que lo compartas.
Si me lo permites, te pongo la mano en le hombro, te miro a los ojos, sonre�mos y nos damos un beso.
Ay.

Muchas gracias.
(perdona que no vengas m�s a menudo pero no s� de donde sacar el tiempo para tantas obligaciones)

Pedro M. Martínez dijo...

Ah, ¿seguro que es sólo historia?

Meiga en Alaska dijo...

Mari queridísima... todo eso que cuentas, parece que fue ayer y a la vez parece que fue hace un millón de años. Yo sólo espero que seas feliz, contigo misma y en cualquier parte.

Te quiero, desde mi recién estrenada crisis de los 40 aún sin estrenar.

Por cierto, a ver cuando tienes un ratito para chatear conmigo que me tienes muy preocupada con eso de tus problemas familiares y la enfermedad de tu cuñada.

Biquiños de primavera polar

Dátil dijo...

¡¡¡Vaya HISTORIA ANA!!!!!!

Que no presta el mismo sentido.
Es DESCARNADA.

Si¡
Y además de notable valentía, lo has expuesto de tal manera que es sobrecogedor si lo implantamos a nuestras vidas, es como encontrarte con una pared de hielo y tener que forzar el destino precipitoso al frío infranqueable, al -no eres para mi, que pena medá reconocerlo, pero mejor ahora que ya va siendo tarde- ¿verdad?

Qué humana eres joder¡¡

Un fuerte abrazo,

ana p. dijo...

Pues si es Historia, historia pasada, historia vital, historia de la que se aprende, de la que una se recupera, de la que se recuerda también por todo lo sentido, de la que no se borra, sw esas que incorporas: le haces un sitio en la mochila y sigues hacia delante pensando que tal vez el calor la vuelva más pequeña. Y SI, se vuelve pequeña y no pesa ya y no duele de la forma que dolía. Es cicatriz aunque en los tiempos de humedades sea un poco reumática.
Gracias a todos. Esto fue una vomitona, un acto exhibicionista necesario para sacarlo de mi interior y plantarlo ahi: Al sol, al aire, al exterior.
Peso mucho menos desde ayer.
Por prestarme vuestros ojos y acudir a este espacio que no es de monólogo, os agradezco vuestra presencia y vuestras palabras. Es casi freudiano esta sesión de diván....

ana p. dijo...

Por cierto, besos, sonrisas y abrazos permitidos, degustados y repartidos nuevamente para todos

Pedro M. Martínez dijo...

Guapa.

Magnolio dijo...

Sí, será freudiano. Sólo historia, pero duele. Será eso, diferentes cicatrices, diferentes habitaciones y habitantes. Sólo historia que todos compartimos.

Me apunto a los besos.

mirada dijo...

:-) qué hermosa eres!
Besos a montones

Marinha de Allegue dijo...

El aprendizaje de nuestras historias vitales, es lo que nos proporciona la calma y el entendimiento de lo sucedido. Todo ello aliñado con la distancia del tiempo.

Un fuerte abrazo.
:)

Isabel Mercadé dijo...

Hola Ana,
He llegado hasta aquí desde el blog de Mirada, al que así mismo había llegado desde otro, al que... en resumen, me he dedicado a dar saltitos aleteando como tu libélula azul. Pero no han sido saltitos al azar. Me ha guiado el instinto de tu comentario a Mirada.
Sabía que encontraría algo. Y al primer golpe de vista, Frida Kahlo me lo ha confirmado. Después he leído tu historia, emotiva, bien contada, la metáfora de una experiencia, diría yo, casi universal. Lo importante, es salir como lo has hecho tú. El universo entero aguarda.
Saludos a todos.

Néctar dijo...

Ana, cariño, aún recuerdo aquellas tardes en las que compartiamos tus lágrimas y mi compañía. Pobre inexperta y recién llegada de mí... Desde el primer momento en que te ví sabía que eras especial, pero debo reconocer que no creí que llegara a tanto el amor que siento hacia tu persona.
Apareciste en mi vida de casualidad, te conocí como la viajera que llegaba cada mañana con sus libros desde otra ciudad para que la escucharan los ojos de la gente que tenía alrededor. He dicho ojos y bien dicho está, tú y yo nos empezamos a querer por los ojos, como en el neoplatonismo más primitivo "me entraste por los ojos". Sabes mejor que nadie que hay mucha gente que oye, pero no escucha, pero los ojos no engañan verdad??. Venías nueva, aparentemente sin problemas de ningún tipo, alegre, jovial,... pero algo no andaba bien...
Sin saber por qué comenzaste a compartir conmigo las cosas más recónditas del pensamiento humano, alegrías, decepciones, odios, riñas, rencores, aprecios, incertidumbres, ilusiones... ¿Recuerdas que te dije que todo pasaría, suena a tópico pero, eres demasiado grande para no poder con eso y con todo lo que te propongas? Eres GRANDE Ana muy grande. Otra cosa que te comenté es que la vida da a cada uno lo que se merece, a veces nos apalea injustamente pero seguro que es porque algo mejor vendrá: ¿Y no es eso lo que ocurrió?

Anónimo dijo...

Me he parado a leer todos los comentarios, como te quieren, eso vale mas que todo, yo tambien te quiero, no hacerlo es muy dificil.
bikos