martes, 4 de marzo de 2008


Anoche te invité a plantar un árbol.
Pero... ¿cuando nació esa semilla?
Te conté de las lunas, de los vientos,
de árboles que el pasado había ya devorado.
Esperaba tu sonrisa haciendo brillar mi pala,
tus brazos removiendo tierra,
quitando la grava, aventando abonos,
que convocases la suave brisa
y que con su risa
mecieses las ramas de mi árbol chiquito.
Te convertiste en piedra, en roca, en granito
de ti no brotaron los ánimos
que facilitasen mi tarea,
sonrisas cómplices cantando al alba.
Sólo silencio, sólo vacio, sólo hoquedad
sin deseos, sin palabras, sin espacio
con miedos, con estupores, con puntillas de niño malo
que no quiere romper jarrones que
en mil pedazos estallan congelados por el frío.
Sin verbos hablamos, conjugando sólo tiempos pasados,
sólo primeras personas, sin plurales a los que sumarnos.
Como dos sordos oyendo una música insonora
abrimos espitas: sin agua la tuya,
inundada la mía.
Tras la lluvia, planté mi árbol
con la fuerza de mis manos
y me perdí en la arboleda del pasado.

6 comentarios:

Meiga en Alaska dijo...

Qué difícil es a veces dejar de lado las expectativas del comportamiento ajeno y recibir con brazos abiertos el comportamiento que eligen ofrecernos en cada momento.

A mí al menos me cuesta mucho, vaya.

mirada dijo...

Si que es dif�cil, si. Dejarse fluir escuchando activamente.
Que hermoso lo has escrito. :-)
Un beso.

Anónimo dijo...

A mi me hacía ilusión que una semilla plantaras, y en hada madrina me convirtieras..jajajja
un beso (que suerte encontrarte)

ana p. dijo...

Bueno... Todos nos sabemos la teoría sobre la expectativa, pero es lo mismo que el no reconocimiento de la generosidad... Santos, santos pues no somos y todos tenemos necesidades que requieren de los demás para ser cumplidas. En este caso, sobre todo... Un beso guapas

irene dijo...

estoy con la miri...
si las necesidades son los estímulos externos..nos perdemos y nos salimos del tiempo presente..
te quiero

Anónimo dijo...

Para crear un ser hace falta de la energía femenina y la masculina, y eso es totalmente inevitable Irene, así que hay estímulos externos de los cuales es imposible prescindir.