
Cuando se cumple un sueño un rumor de cántaros se asoma al alma.
El sol parece más intenso, deslizándose por la sonrisa interna, esa que no se fotografía.
Cuando el sueño se acaricia desde que se tiene recuerdo, llenándolo de matices, colores, habitantes y otras algas, pareciera que es el universo mismo el que te habla, que las mónadas armónicas y preestablecidas cobrasen vida, sentido, coherencia más allá del paso de los siglos.
Y no me muevo, por temor a que todo se desvanezca, y me pellizco despacito, no vaya a ser que me despierte. Y agarro miradas compartidas, con el corazón abierto y confiado en que los vientos serán benignos abrazados a la marea.
Y ahora planto, ahora siembro realidades sin tristezas. Peino la luz en mis cabellos cuando tú llamas a mi puerta. Sabiendo que abriré para amasar sin tretas el transcurrir de estaciones con todas sus setas.