lunes, 4 de enero de 2010

Malos y buenos propósitos



Nace un nuevo año, al fin y al cabo no es más que un dígito, una marca más en el cabezal de nuestras camas. La terminación de una fecha, el encabezamiento de un talón que iremos llenando a lo largo de los días. A qué viene tanto alboroto, tanta explosión de alegría tras la ingesta de 12 uvas, cuando el resto de la noche fue una cena como tantas otras a no ser por los brillos, los peinados, las prisas por acabar.
Porqué hay que gritar hasta desgañitarse, drogarse hasta caer de culo, beber sin sed, vomitar para seguir comiendo, no acostarse hasta bien entrado el día uno y aparecer por el bar fardando de la hora en la que te acuestas. Da igual la edad que tengas, la procedencia, los estudios, el barrio, el color de pelo, la hipoteca, el número de hijos, que tengas perro o gato, que seas hetero, homo o lesbi. Todos con esa sensación de que hay que salir o emborracharse en fin de año para no ser menos, para no ser triste, para no ser seta, para no ser un friki, distinto, rarito, solitario, perdedor, aburrido, desganado, nostálgico o amargado.
Todos los años el mismo rito, la misma resaca, la misma falsa sensación de felicidad momentánea que se escapa igual que los detritus de la noche por el baño.

Mi propósito para este año es estar contenta todos los días, o al menos intentarlo. Ver el lado positivo de las cosas. Aprender de la vida sin amargura, apreciar todo lo que hay en mi vida que es mucho. Acercarme a aquéllos que producen cercanía sin cobrarla a largo plazo, mostrarme más dispuesta a sorprenderme, ser más comprensiva con defectos propios y ajenos, dejar de juzgar o hacerlo menos, reir por lo menos una vez al día, no ponerme verde cada vez que me veo al espejo, practicar la paciencia como mejora laboral, practicar la paciencia como actividad amorosa, practicar la paciencia como religión. Seguir sintiéndome ignorante para poder seguir aprendiendo, bailar al menos una vez por semana, reconocer mis aciertos, reconocer mis errores, aprender a pedir ayuda cuando lo necesite, estar ahí para cuando me lo pidan aquéllos que quiero. No utilizar el chantaje emocional como moneda de cambio, no mentir o hacerlo de forma inofensiva, jugar más con mis sobrinas y dejar atrás el pasado que rasca como las toallas sin suavizante dejando de preocuparme y de querer al que me demuestra una y otra vez que no me quiere.

2 comentarios:

Petri dijo...

Bueno, mi finde año como todos, con bronca incluida..jeje
Esos propostitos estan bien, pero creo que ya los cumpliste el año pasado, ¿A que soy una pelota buenisima?
un beso guapa.

juan dijo...

Propositos... pasa de ellos haz lo que se te ocurra en el momentoo es lo mejor y no marcarnos lo que tenemos que hacer... lo que salga es lo que nos hace sentir mejor un abrazo