lunes, 16 de marzo de 2009

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La tierra se remueve con aire de bostezo. De los rosales, aún cerrados, emergen las promesas de salutaciones, felicidades y deseos de nubes. Nada en el barrio carece de lugar, incluso el canto del gallo llega, como siempre, adelantado a su cita con el sol.

Ni siquiera el sonido de mis pasos dirigiéndome a tu portal resultaban extraños a la luna, que inflamada, dirige guiños de luz entre edificios. Una extraña serenidad invade mi insomnio aunque añoraba la suavidad de tus yemas dibujando meandros entre mis cañas. El reloj ha perdido la cuenta de los segundos, abriendo mi espera hacia el infinito donde puebla la profundidad de tu mirada.

Subir en ascensor sin ti, es un ejercicio circense de sombras y luces. Sin tus brazos no alcanzo los botones del pulsador y asciendo por una espiral de incertidumbres, de dudas, de escondites. Pero si al abrir tus puertas es tu abrazo quien me recibe, llego a casa, encuentro mi refugio de los mil y un caminos, de las mil y una puertas. Es tu piel mi piel por un momento deshojando fronteras y banderas. Me estremezco sin miedo, sin aullidos. No busco enciclopedias que contengan los saberes, las ganancias. Me llena el silencio compartido, la mirada centrada en la misma dirección. Sin diplomas ni reconocimientos, más que tú en mi, más que yo en ti.

2 comentarios:

irene dijo...

Se me estremecen las carnes de pensarte....que seas inmensamente feliz como tú te mereces hermosisíma mujer...
Un abrazo infinito

Petri dijo...

La tierra se remueve con aire de bostezo ... como escribes chiquilla
un beso